Capitalismo Gore. Entrevista a Sayak Valencia


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Hacen días nuestro director de comunicaciones en Iberoamérica Alí Majúl con la compañía del antropólogo mexicano Daniel Lepe, conocido como Daniel Cronograma, abordaron a Sayak Valencia una de las referentes más consolidadas en el feminismo en Latinoamérica y Europa. Les contó sobre la desaparición de la clase media, los transfeminismos en Iberoamérica, la actual situación de México, golpe de estado a Dilma Rousseff en Brasil y la paz en Colombia.

Sayak Valencia es doctora en Filosofía, Teoría y Crítica Feminista por la Universidad Complutense de Madrid, poeta, ensayista y exhibicionista performática. Profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Culturales en El Colegio de la Frontera Norte, sede Tijuana. Ha dictado conferencias y seminarios sobre violencias situadas, capitalismo gore, transfeminismos, feminismo chicano, feminismo poscolonial, feminismo decolonial, arte y teoría queer en diversas universidades de Europa y América. Ha publicado los libros: Adrift´s Book (Aristas Martínez, Badajoz, 2012), Capitalismo Gore (Melusina, Barcelona, 2010), El reverso exacto del texto. (Centaurea Nigra Ediciones, Madrid 2007). Jueves Fausto (Ediciones de la Esquina / Anortecer, Tijuana 2004), así como diversos artículos y ensayos en revistas de España, México, Argentina, los Estados Unidos y Colombia. Como artista de performance, sus trabajos se basan en la ocupación del espacio público, a través de un cuerpo queer que interpela los patrones de “normalidad”, conectando con el uso del cuerpo como soporte artístico, político y como centro de múltiples discusiones.

  1. Sayak, sabemos que usted es una de las referentes feministas más consolidadas en Iberoamérica, parte de su trabajo radica en líneas de investigación como capitalismo gore, trabajo, subjetividad capitalística, cuerpos, violencia, entre otras. Nos gustaría que definiera esas categorías y nos ayudara a explicarle a nuestrxs lectorxs cuatro variables intrínsecas de su trabajo: narco – Estado, hiperconsumo, necropolítica y tráfico de drogas.

Primero, agradezco este espacio para hablar sobre algunas de mis propuestas que están en diálogo directo con los transfeminismos de Iberoamérica. Su pregunta es muy amplia. Sin embargo, lo conceptos que enuncia son parte de un tejido con los que intento reflexionar de manera crítica y decolonial sobre ciertos procesos como el narco-estado y sus aristas. En el caso de México, al igual que en otros países se ha venido popularizando un horizonte de sentido y pertenencia que basa toda legitimidad social en el enriquecimiento monetario, a través de un la implantación de lógicas neoliberales que son complementarias a los discursos de desarrollo, progreso y masculinidad asentados en nuestros países desde sus independencias pero, actualizados cada ciertas décadas con elementos que en la actualidad trabajan con la popularización de la violencia y la muerte como herramientas de control social, de enriquecimiento rápido y de reafirmación machista.

A la economía que acompaña o se actualiza con las lógicas de lo necropolítico de los estados contemporáneos, cuya plusvalía se relaciona muy de cerca con el derramamiento de sangre explícito e injustificado y la ruptura de las solidaridades y del tejido social, le denomino Capitalismo Gore, este término está inspirado en las películas de terror de serie B, en las cuales el presupuesto es bajo, la factura es mala y el resultado es la hiper representación de la violencia: cuerpos destrozados, exceso de sangre y argumentos sin sentido que desembocan en el aniquilamiento feroz de los cuerpos y a la vez de su des-realización.

  1. -En “Capitalismo Gore” hablas de la desaparición de las clases medias ante una precarización cada vez más aguda en las sociedades capitalísticas, ¿cuál es tu lectura del panorama actual, a cinco años de la publicación de tu análisis?

El Capitalismo Gore, fue mi tesis doctoral y fue escrito entre los años 2006 al 2009, por lo cual, lo que planteo allí se ha actualizado, sin embargo, elementos importantes de dicho análisis aún sirven como guías posibles de lectura de las realidades fronterizas. Sobre la desaparición de las clases medias, es evidente que la clase, en países como México se trata más de una identificación simbólica con capitales como el cultural y el social, que de un poder adquisitivo real. Este fenómeno es realmente interesante pues incluso las clases más desfavorecidas se revelan a ser nombradas como “pobres” pues la ideología neoliberal, a través de la conquista de los deseos y del hiperconsumismo, ha depreciado simbólica y socialmente ser pobre. Existe una responsabilidad creada por la lógica del individualismo en la cual se culpa a los individuos por no tener trabajo, se vuelca toda la atención en aquellos que son “pobres porque quieren” ocultando deliberadamente que la estructura de empobrecimiento y el enriquecimiento por despojo de las que son objetos estas poblaciones están completamente relacionadas con las lógicas del capitalismo posfordista contemporáneo, donde una gran parte de la población no podrá tener un trabajo bien remunerado y no solo es prescindible sino que resulta excedente. En el caso de México, el fenómeno ha dado un giro interesante en dos sentidos: por un lado, las poblaciones más desfavorecidas, que en mi país están claramente vinculadas con las comunidades originarias, han decidido oponerse al empobrecimiento por despojo tal como lo demuestran distintos movimientos en contra de la minería y en oposición al aniquilamiento de los recursos naturales como bosques, ríos, etc., cambiando la lógica de lo que resulta importante y volviendo a una lógica de los comunes donde la riqueza no se basa en lo monetario sino en las estrategias de supervivencia, la solidaridad y la procuración del bien común a través de decrecimiento o como a mí me gusta decir: del des-creimiento, es decir, a través de poner en cuestión todo lo que occidente y su lógica voraz nos ha inculcado como válido, razonable y valioso.

Por otro lado, están las estrategias de tergiversación de los datos y resultados dudosos respecto al incremento de la clase media en nuestro país, en una encuesta reciente del INEGI, se dice que esta ha aumentado. Sin embargo, leyendo detenidamente, unx puede notar que resulta completamente ridículo que se pongan en la misma clasificación personas con ingresos entre los 4000 y los 40000 pesos. Este manejo ambiguo de las cifras resulta aún más lamentable cuando se observa que la encuesta solo habla del poder adquisitivo de las poblaciones, pero no registra el empleo ni el medio de trabajo por el cual lo obtuvieron. Es evidente, que mucho de los ingresos registrados por esta ficticia clase media es producto de los servicios prestados como proletarios del capitalismo gore.

  1. – Pensando en el panorama local, ¿en qué estrategias podríamos pensar desde la perspectiva transfeminista ante esta guerra en curso en donde las principales armas son diseñadas e implementadas desde la necropolítica?

Las estrategias son múltiples y son también cotidianas. Para empezar, no debemos ceder en nuestro empeño de mostrar las interconexiones entre el patriarcado, la masculinidad necropolítica, el racismo, el clasismo, la economía y el Estado, ya que, si seguimos reivindicando nuestros cuerpos y vidas con las estructuras de las democracias patriarcales y neoliberales estaremos reproduciendo las lógicas de esta misma estructura. Una estrategia sencilla, pero necesaria, es practicar la desobediencia para crear una paz radical. Con desobediencia me refiero a una crítica práctica donde desobedezcamos los mandatos clasistas, sexistas, racistas, capacitistas y capitalistas. Creemos una comunidad que viva dentro de unas lógicas que tengan sentido para el mantenimiento de un bien común.

Fotografía encontrada en Internet - Sayak Valencia.

  1. – ¿Qué papel juegan los transfeminismos en todo este proceso en el que está envuelta nuestra América (la tendencia hacia la derecha neoliberal, la crisis de derechos humanos en México, etc.)?

Los movimientos transfeministas pueden tener muchos rostros dependiendo la región donde se encuentren, pero es preciso decir que con transfeminismos apuntamos a una alianza por la sostenibilidad de lo vivo, en franca oposición a la necropolítica pero sin dejar de lado los feminismos y las sexualidades disidentes, las diversidades funcionales, las migraciones y el devenir mujer, con la cual seamos capaces de poner en común y politizar las transversales de raza, género, diversidad funcional, edad, nacionalidad para trazar una cartografía tránsfuga de las lógicas dominantes y sangrientas.

  1. Generalmente cuando se habla de política, Estado, movimientos sociales y violencias dejamos de lado factores como lo afectivo. ¿Cómo podemos vincular las luchas de los feminismos y las estrategias implementadas con la noción de “afectividades”? ¿Es posible pensar la reconstrucción del tejido social a partir de ahí?

Es importante visibilizar los afectos y las afectaciones dentro de las luchas. No son lo mismo, pero son parte de una genealogía política no occidental importante que ha sido invisibilizada, ninguna transformación es posible sin la parte afectiva, entendiendo afectos como aquellos motores intra-psíquicos y corpo-químicos que atraviesan nuestros cuerpos y que nos permiten senti-pensar y actuar en concordancia con nuestros proyectos de transformación. Más que reconstrucción del tejido social sería importante aprovechar tal ruptura para construir otras lógicas que no reproduzcan la perspectiva patriarcal y neoliberal en la cual se funda el des-tejido social contemporáneo.

  1. –  Desde tu perspectiva como transfeminista, ¿hacia dónde crees que van las sociedades en nuestra América?

No me atrevería a hacer un diagnóstico de todas las sociedades latinoamericanas porque me parece importante conocer las realidades de manera situada para poder reflexionar sobre ellas, de otra manera, me parece que sería arrogante dar mi opinión sin un conocimiento a fondo de las circunstancias políticas, económicas, sociales y culturales de las mismas. Sin embargo, veo que no solo en Latinoamérica sino en todo el mundo el contexto del capitalismo gore (sangriento) se radicaliza, aunque no se implante de manera homogénea. En México el crimen “organizado” y el feminicidio son dos de los fenómenos más visibles de esta necropolitización del mundo. En Alemania, la creciente xenofobia y el rea-vivamiento de las políticas de exclusión y racismo soterradas bajo una política “amigable” de bienvenida a los refugiados. Esto solo por poner un par de ejemplos de países en los que he vivido.

  1. – Términos como la violencia y cuerpos tienen mucha cabida en sus reflexiones, es por eso, que estas dos categorías también son partícipes, se sitúan y se suscriben en el capitalismo, pero ¿cómo el cuerpo y la violencia se pueden convertir en un problema para el capitalismo, ¿cómo el cuerpo puede hacer resistencia ante los discursos falogocéntricos, normativos y patriarcales?

El cuerpo es multidimensional y además es histórico, deberíamos hacer una genealogía política del cuerpo en el contexto de la decolonización, lo que quiero decir es que los cuerpos pueden mucho, si están unidos. Una de las estrategias micro políticas es que recuperemos el cuerpo, que dejemos de estar todo el día enganchadxs a las redes sociales y su virtualidad y que pongamos el cuerpo en el centro, porque este a través de sus potencialidades y singularidades, incluso por su misma vulnerabilidad es el lugar de alianza posible, todo el mundo tiene un cuerpo-territorio conectado a su vez con otros cuerpos-territorios. Es necesario que nuestras transformaciones sociales también consideren el trazado y reconocimiento de múltiples corografías. Una tarea fundamental de nuestros cuerpos es decolonizarse.

  1. – Usted habló en algún momento que por medio de la visibilización de la violencia se busca desarticular y cuestionar el concepto de democracia y también destaca literalmente que la izquierda debe entender que se está asistiendo una mutación de los dispositivos biopolíticos, de producción, control del cuerpo, el sexo, la raza y la sexualidad. También insiste textualmente y sistémicamente en combatir nuevas formas de escapes del paradigma de la victimización.

Pero hoy en día vemos en Latinoamérica que la izquierda cada vez más es relegada y también vemos una democracia machista, colonial, que oprime y si es mujer hay una mayor fuerza de opresión, por ejemplo, el caso del golpe de estado de Dilma Rousseff en Brasil, ¿por qué pasa esto y más si es una mujer?

Los motivos del inpechment a Dilma Rousseff, por supuesto que tiene una dimensión de género y machista, está claro que lo hicieron con ella porque es una lección que actúa a manera de bisagra. Pues por un lado, oculta intereses completamente patriarcales y conservadores que están en oposición a los supuestos de la izquierda (cualquier cosa que ello signifique en Brasil) y por el otro, transmite el mensaje de que las mujeres no saben gobernar, que una mujer en el poder “es peor” que los hombres a pesar que dentro de la historia de occidente y de los países occidentalizados se puedan contar cientos de casos de gobernantes varones tiranos, corruptos, deleznables e inútiles: Bush, Pinochet, Peña Nieto, etc. Evidentemente, el contexto brasileiro es más complejo, por ello, me gustaría centrarme más en el cambio de régimen de este golpe de estado que pertenece a un régimen nuevo, un golpe de estado que fue hecho en su mayoría por los medios de comunicación, una prueba de lo que denomino  show-politics o política-espectáculo, en la cual la política se reduce a un espectáculo y donde también los índices de audiencia responden a este telón de humo con lo cual se distrae a la población apelando a las viejas técnicas de la retórica griega; donde se da paso a la apelación emocional más que a una argumentación razonada de los motivos del impechment que si se observa con atención, debería haberse trasladado a toda la cámara pues resulta que más de la mitad de ella está imputada por corrupción comprobada.

  1. – Colombia y México son países con problemáticas históricas similares, pero con dinámicas diferentes, un ejemplo de ello es el narcotráfico que impuso Pablo Escobar hasta un narco paramilitarismo con el expresidente y senador de la república Álvaro Uribe, hoy podemos decir que México vive lo mismo: silenciamiento a los maestros, transfeminicidios, muertes a periodistas, desaparición forzada, muertes a estudiantes, entre otros crímenes, sin dejar a un lado un presidente de extrema derecha como lo es  Peña Nieto. Pero usted habla, que en medio de la devastación que vive el país azteca -y me atrevería a decir que en Colombia y muchos países en Latinoamérica- se necesita como usted lo menciona, un cambio de paradigmas y la reconstrucción de un nuevo tejido social que apunte a unas narrativas geopolíticamente situadas por el respeto de los derechos humanos. ¿Eso si es posible en contextos de violencia cómo los nuestros?

El escenario que conocemos y con el que nos saturan diariamente es catastrófico, sin embargo, no deberíamos cuestionarnos si es posible o no, construir y rescatar narrativas no occidentalizadas ni emparentadas con la necropolítica, porque las redes de solidaridad y supervivencia que existen y que se trazan como líneas de fuga a ese escenario son innegables. No solo es posible construirlas, sino que sería imposible no hacerlo, el agenciamiento por más pequeño que sea es algo que hacemos cotidianamente. Sin embargo, si lo que se busca es una revolución a la vieja usanza donde se ponga la fe en una especie de rebelión transformadora de la totalidad del mundo, creo que se repetirán los patrones ya conocidos con las “revoluciones” patriarcales, que buscaron hacer una transformación económica pensando que con ello se solucionarían todas las demás variables o que simplemente buscaron cambiar una hegemonía por otra; pero que dejaron intacta la estructura patriarcal, la homofobia, el sexismo, el racismo, el capacitismo y el clasismo. Las revoluciones por venir deben ser leídas como agenciamientos micropolíticos, no esencialistas que desborden el mapa de lo “humano” y sean también interespecie y ecologistas.

  1. -Tal vez es una pregunta muy repetitiva, en este momento en Colombia se acaba de firmar un acuerdo de paz entre el Estado y la guerrilla de las FARC, fueron más de 50 años de violencia, ya es un avance para todxs los ciudadanxs. Sin embargo, sigue permeando esa lógica narcoparamilitar, bandas criminales, extorsión, microtráfico, etc. A pesar que hemos somatizado la violencia, que muchos de los nuestrxs se los llevó la guerra y nuestra memoria muchas veces huele a bala y a sangre, ¿qué le espera a un país como este después de este tipo de conflictos?

Esta pregunta realmente es muy necesaria, pero realmente considero que ustedes como colombianos, quienes tienen la experiencia del cuerpo vivido en esa guerra dolorosa y que viven cotidianamente en este contexto, deberían ser quienes puedan contarme a mí cómo avizoran el panorama de su país ahora que se acaba de firmar un acuerdo de paz.  Ahora que es evidente una cooptación del término paz por parte de los gobiernos, en este caso el de Colombia: bajo esa tergiversación y malversación del concepto ¿cómo podemos entenderlo después de eso?

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